sábado, 11 de diciembre de 2010

Pequeños fascistas

Nuestros abuelos, los tanos, gaitas, gringos, rusos, turcos, no eran descendientes del Dante, ni de Benedetto Croce, eran, para los criollos del 900, ignorantes roba trabajo, como lo son hoy los bolivianos, peruanos, paraguayos, uruguayos, chilenos que vienen a crear, buscar, aprender, sobrevivir y, si se puede vivir algo de la vida, al menos, a un país con una constitución hermosa, una constitución abre puertas e inclusiva.
Los enanos fascistas que dicen tantas pavadas, ¿ qué son? ¿europeos? Para ser europeo en Argentina tenés que ser  wagnerrriano decadente, alcahuete de un continente viejo. Nietsche nos contó de  la vejez de la alta cultura occidental hace 130 años, señores del país en serio, ergo país como en Europa, de la Buenos Aires europea, de las ciudades de la pampa húmeda llena de cereales, leguminosas y vaquitas que comemos recien salidas de los feed lots. Señores pobres alcahuetes, nacidos de sangre plebeya europea, venida de una tierra que hoy expulsa inmigrantes por derecha y los atrae por izquierda, pero no por la izqueirda política, por la izquierda que esconde el trabajo negro, como las pieles de esas amenazas a la seguridad y al bien común, pero que deben limpiar sus letrinas y contruir sus casas, tierra ella la europea, nacida entre guerra y guerra, con la impronta de la expulsión, tierra sin embargo maravillosa de cultura, de ideales, donde nacieron las izquierdas.
Vean a las vanguardias, de las cuales los bien pensantes argentinos cultos, que escuchan buena música culta, se jactan conocer; véanlas y aprendan de su barro y no de los marcos en los cuales están colgados hoy. Malevich, Duchamp, Picasso, Satie, Modigliani, Picabia, eran visionarios de la decadencia cultural, genios que mostraron lo que hoy es evidente, excepto para ustedes, los que ironizan y ven a la plebe como ruido y no como verdad.
Enciérrense en sus torres mediocres, las de cristal ya se rompieron hace rato, las de ustedes son de tuperware. Ni siquiera entendieron al gran Jorge Luis encerrado en torres de sabiduría, lejos de la plebe pero cerca de la esencia de la belleza, salvaguardado por la maravilla del ser poético, la plebe puede leerlo, y entender una clave existencial que la gilada individual y bien pensante nunca va a entender, porque están encerrados en sus miedos y sus miserias, en sus pelos castaños y rubios y pieles blancas, como la historia de la que creen descender. Ustedes a quien critican? a quienes temen? Pintan dos o tres cuadritos, escriben tres o cuatro ensayos, componen cuatro o cinco piezas y creen que son vanguardia. La retaguardia de los que leemos el pasado en el cual encontramos las incoherencias de nuestra historia es tan válida como lo nuevo, es lo nuevo, y la alcahuetería de vosotros es lo viejo, porque el miedo a lo diferentes es la base de la mediocridad.
Pato trabaja en una carnicería...

viernes, 3 de diciembre de 2010

Camino hacia ningún lugar


Camino hacia ningún lugar. David Byrne, del álbum “Pequeñas Criaturas”, Talking Heads, 1985.
Luego de los incidentes en donde murieron un indígena y un policía. Infobae, 29/11/2010

María Soledad, Carrasco, Cabezas, Miguel Bru, Maxi y Darío, Julio López, Fuentealba, Mariano Ferreyra. Hijos, hermanos, compañeros, amigos que vivían y hoy ya no viven; están en el panteón de los muertos y desaparecidos en democracia.
Cuenta la leyenda norteamericana que Billy the Kid no contaba entre sus muertes a mejicanos e indios, en nuestra tierra tampoco significaban nada hasta muy poco tiempo atrás. Hay muchas muertes injustas en el Gran Chaco Americano y, como muertes indias que son no cuentan. La raza cuenta muertes en su haber, el racismo de nuestra cultura las ignora.

Pensemos sinceramente si recordamos los nombres de los dos muertos en represión Formosa como recordaríamos los de un muerto urbano y blanco.
Pensemos, menos trágicamente ahora, si la ruta cortada fuese ruta vacacional, qué sucedería pasados cuatro largos meses de corte. 

Un muerto se llamaba Roberto Lopez, nombre hispano, sangre qom. Manifestaba, reclamaba, pedía justicia. El otro era policía, se llamaba Heber Falcón, víctima de la represión de su propia tropa, quienes portaban las armas. Los acusados son sin embargo aborígenes que reclaman por el derecho a la tierra, cortando desde hace cuatro meses una lejana ruta que nadie en estos porteños pagos, sabe hacia adonde va.

Los tiempos que corren se intuyen distintos, ahora se habla, se manifiesta también en Buenos Aires por muertes injustas y lejanas, muertes negras, indias. No olvidemos estas muertes.